DAVID COPPERFIELD

DAVID COPPERFIELD





David Copperfield: O cómo sobrevivir a la desgracia con estilo (y muchas lágrimas)

Queridos lectores, agárrense los sombreros y prepárense para una montaña rusa literaria, porque David Copperfield no es solo un libro: es un test de resistencia emocional, un reality show victoriano antes de que existieran las cámaras, y una exhibición de desdichas tan épicas que harían sonrojar a cualquier telenovela mexicana.

Charles Dickens, ese maestro del melodrama con vocación de látigo social, nos regala aquí una historia que tiene de todo: huérfanos desamparados, padrastros malvados, amigos leales, villanos repugnantes, deudas, naufragios, golpes de suerte y, por supuesto, muchas lágrimas (la mitad de los personajes podrían haberse deshidratado sin problemas).

Así que, sin más preámbulos, pongamos la lupa sobre esta obra y veamos qué nos depara el desfile de miserias y triunfos de David Copperfield, alias "El Pobre Niño que No Podía Tener un Respiro".

La Trama: Un Guion de Telenovela, pero con Más Ingleses

La historia empieza con David naciendo en una casa triste y sombría, como si ya desde el minuto uno Dickens quisiera dejar claro que aquí no va a haber ni un poquito de felicidad gratuita. Su padre ha muerto antes de que él nazca (porque en la Inglaterra del siglo XIX, un niño sin traumas era un niño desaprovechado). La madre de David es adorable pero débil, y pronto se casa con el sádico Mr. Murdstone, un padrastro que parece haber sido diseñado por la misma fábrica de villanos que creó a los dementores de Harry Potter.

Murdstone y su hermana (otra joyita de la crueldad gratuita) hacen de la vida de David un infierno hasta que logran deshacerse de él enviándolo a una fábrica, porque, claro, la mejor educación para un niño huérfano es aprender a pegar etiquetas en botellas de vino hasta que le sangren los dedos. Dickens, con su experiencia de infancia explotada, nos pinta este periodo con una tristeza que casi se puede oler.

Pero, como todo buen protagonista de Dickens, David no se rinde y decide buscar a su tía Betsey Trotwood, una mujer excéntrica que desprecia a los burros (sí, a los burros) y que, afortunadamente, lo acoge bajo su ala. Aquí la historia da un giro: David, después de años de maltratos, empieza a ver la luz y a recibir educación.

A lo largo del libro, seguimos su crecimiento, sus desamores, sus amigos entrañables (¡hola, Mr. Micawber, rey de los optimistas arruinados!) y sus enemigos despreciables (¡te vemos, Uriah Heep, serpiente viscosa!). También sufrimos con él cuando se enamora de Dora, una chica tan tierna como inútil, y aplaudimos cuando se da cuenta de que mejor se buscaba una compañera con dos neuronas que hicieran contacto.


Y así, entre tragedias, triunfos y más infortunios que un lunes sin café, David logra salir adelante, convirtiéndose en escritor y logrando lo que todo personaje de Dickens sueña: una vida medianamente decente.

Los Personajes: Un Zoológico de Personalidades Extremas

Si hay algo que Dickens sabía hacer bien, era crear personajes inolvidables. Algunos nos hacen llorar, otros nos hacen reír, y otros nos dan ganas de lanzarles un zapato. Aquí un pequeño repaso por los más memorables:

David Copperfield: Nuestro protagonista, un tipo que parece haber nacido con un imán para el sufrimiento. Noble, perseverante, con una capacidad infinita para aguantar desgracias sin volverse un criminal, lo cual ya es un mérito.

Uriah Heep: El villano más viscoso y desagradable de la literatura. Es un trepador social con la personalidad de una anguila sudorosa. Su forma de hablar melosa y su falsa humildad son tan irritantes que cada vez que aparece en la novela dan ganas de desinfectarse las manos.

Betsey Trotwood: La tía excéntrica y feminista avant la lettre. Adorablemente terca, siempre lista para poner en su sitio a cualquier hombre arrogante. Su odio irracional a los burros es uno de los grandes misterios de la novela, pero la queremos igual.


Mr. Micawber: Un optimista compulsivo con más deudas que sentido común. Siempre esperando que "algo saldrá bien", aunque generalmente todo salga peor.

Dora Spenlow: La primera esposa de David y el claro ejemplo de que la belleza no siempre viene acompañada de cerebro. Su mayor talento es ser adorablemente inútil, hasta que muere prematuramente y David aprende la lección: cásate con alguien con quien puedas tener una conversación decente.

Agnes Wickfield: La verdadera heroína de la historia. Sensata, inteligente y con la paciencia de una santa, se pasa toda la novela esperando a que David se dé cuenta de que ella es la elección correcta.

James Steerforth: El amigo rico y encantador que en realidad es un egoísta sin escrúpulos. Básicamente, el tipo que te cae bien hasta que arruina la vida de alguien solo por capricho.


El Mensaje: ¿Qué Nos Quiere Decir Dickens?


Si tuviéramos que resumir la moraleja de David Copperfield, podríamos decir que es algo así como: "La vida es dura, el destino es cruel, pero si eres perseverante y tienes buenos amigos, quizá no termines viviendo bajo un puente". Dickens nos muestra lo peor de la sociedad victoriana: niños explotados, mujeres sin derechos, corrupción, clasismo y más hipocresía que en una cena de políticos.

Pero también nos habla de la resiliencia, de la amistad y de cómo, con un poco de suerte (y una tía millonaria con aversión a los burros), se puede salir adelante.

Conclusión: Una Obra Maestra con Mucho Drama y Mucho Corazón

David Copperfield es una novela que te hace reír, llorar, indignarte y suspirar. Es un desfile de personajes maravillosos y repulsivos, un retrato magistral de la sociedad de su tiempo y una historia que, a pesar de las tragedias, nunca pierde la esperanza.

Es, además, un recordatorio de que Dickens sabía exactamente cómo manipular nuestras emociones con la precisión de un cirujano. Si no terminas queriendo abrazar a David y darle un té caliente después de todo lo que pasa, es posible que no tengas alma.

Así que, si aún no la has leído, prepárate: Dickens no va a tener piedad de tus sentimientos. Pero al final, cuando cierres el libro, te darás cuenta de que valió la pena cada lágrima (y cada risa).

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David Copperfield 2.0: Sobrevivir al Siglo XXI con un Poco de Drama (y Wi-Fi Robado)

Mi historia comienza, como todas las desgracias modernas, con una notificación en el móvil. "David, tu cuenta ha sido suspendida por falta de pago". Genial. Otro día maravilloso en la vida del huérfano digital más desafortunado del mundo.

Verán, mi madre era una mujer dulce y un poco despistada, lo que explica por qué se casó con Mr. Murdstone, un sujeto con el carisma de un ticket de supermercado. En cuanto puso un pie en casa, cambió la contraseña del Wi-Fi y estableció nuevas reglas: “Aquí no hay Netflix sin esfuerzo”.

Lo primero que hizo fue enviarme a trabajar en una empresa de marketing piramidal. “David, la independencia financiera empieza con la venta de batidos detox”. Así que ahí estaba yo, con 12 años, tratando de convencer a los transeúntes de que un batido de col rizada era la clave del éxito.

Cuando no pude más, decidí escaparme a buscar a mi tía Betsey. Google Maps me decía que estaba a 400 kilómetros, así que agarré un patinete eléctrico (robado, lo admito) y emprendí mi odisea. No sé si han intentado recorrer un país en un patinete, pero después del tercer bache empiezas a cuestionarte tus decisiones.

Tía Betsey resultó ser un caso aparte: una influencer vegana con 200k seguidores que hacía directos sobre cómo canalizar la energía cósmica a través del apio. “David, cariño, el universo provee”, me dijo, mientras me ofrecía un zumo de remolacha que sabía a pena. Pero al menos me dejó vivir en su casa.

Allí conocí a Agnes, la chica más cuerda que he visto en mi vida. Leía libros de economía mientras el resto veíamos memes. Me dijo que tenía que estudiar, así que me inscribí en la universidad con la beca que conseguí vendiendo mi patinete robado.

Y fue ahí donde conocí a Dora. Ah, Dora. Tan hermosa como inútil. Si le pedías que buscara algo en Google, terminaba escribiendo “Cómo buscar algo en Google”. Pero estaba enamorado, así que le propuse matrimonio con un anillo comprado en AliExpress.

Por desgracia, Dora falleció tras un trágico accidente culinario: intentó hervir agua y quemó la cocina entera. Yo, destrozado, me refugié en el trabajo de escritor freelance (es decir, escribía tuits para marcas de comida rápida).

Mientras tanto, mi archienemigo Uriah Heep se dedicaba a estafar ancianos con cursos de inversión en criptomonedas. Por suerte, Agnes, con su eficiencia de calculadora humana, lo desenmascaró y lo mandó a prisión.

Al final, me di cuenta de que siempre había estado enamorado de Agnes, y nos casamos en una ceremonia minimalista (o sea, con comida gratis del buffet de un evento al que nos colamos).

Moraleja: en la vida, te pueden quitar el Wi-Fi, la dignidad y la estabilidad emocional, pero con una tía rica, una amiga lista y un poco de suerte, siempre se puede salir adelante.



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