HISTORIA DE DOS CIUDADES
HISTORIA DE DOS CIUDADES
Historia de dos ciudades: Revolución, guillotinas y un Charles Dickens desatado
Si alguna vez has querido una novela que tenga de todo—amor, traiciones, crímenes, dobles identidades, discursos dramáticos y cabezas rodando como si fueran pelotas de feria—Historia de dos ciudades es para ti. Esta obra es lo más parecido a una telenovela de época, pero con la Revolución Francesa de fondo, lo que significa que aquí los chismes se pagan con la guillotina.
Una introducción de campeonato
Dickens abre la novela con el inicio más épico de la literatura:
"Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos…"
Lo que básicamente significa que la gente estaba o muy feliz o muy desdichada, y todo dependía de en qué lado de la historia te tocara estar. Porque, claro, si eras un aristócrata francés que se divertía aplastando plebeyos con su carruaje, pues tu tiempo iba a empeorar considerablemente. Y si eras un hambriento campesino con sed de venganza, enhorabuena, porque ibas a tener la oportunidad de jugar a la justicia con una máquina de afeitar gigante.
¿De qué va la historia?
Historia de dos ciudades nos lleva de Londres a París en una montaña rusa de intrigas y dramas. En el centro de todo está Charles Darnay, un noble francés con más conciencia social que cerebro, que decide renunciar a sus privilegios y mudarse a Inglaterra. Lo que él no sabe es que su doble, Sydney Carton, es un abogado borrachuzo con un talento especial para parecerse a él y para decir frases demoledoras mientras bebe (Dickens lo inventó, pero nosotros le debemos la cultura del cinismo elegante).
El meollo del asunto comienza cuando Darnay se mete en problemas por ser noble (algo no muy recomendable en la Francia revolucionaria) y lo arrestan. La situación se complica porque su suegro, el doctor Manette, estuvo preso en la Bastilla y guarda un oscuro secreto que puede sellar el destino de todos.
Y claro, aquí entra la villana de la historia, Madame Defarge, la mujer que inventó la multitarea: puede dirigir una revolución, mantener un registro de enemigos del pueblo y tejer una bufanda todo al mismo tiempo. Ella tiene una venganza personal contra Darnay, porque su familia fue destruida por los aristócratas (y porque, seamos honestos, si Dickens te hace un personaje con ganas de matar, te da todos los motivos).
La novela avanza con más enredos y revelaciones que una temporada de Juego de Tronos, culminando en un sacrificio heroico que deja a todos con la mandíbula en el suelo.
Los personajes: un desfile de loquillos
Charles Darnay: El noble con conciencia, con el carisma de una piedra, pero con un gran sentido del honor. A Dickens le caía bien, pero a nosotros nos interesa más su doble.
Sydney Carton: La estrella de la novela. Abogado, borracho, sarcástico y deprimido, pero con una capacidad infinita para redimirse en el último momento. Su arco es básicamente "de vago cínico a mártir con estilo".
Lucie Manette: La clásica protagonista dickensiana: bella, angelical, con una habilidad sobrehumana para desmayarse en el momento justo. Si hubiera vivido en nuestra época, habría sido influencer de frases motivacionales.
Doctor Manette: Un hombre que pasó tanto tiempo en la Bastilla que se hizo un hobby rarísimo: fabricar zapatos en su celda. Piénsalo: otros presos escribían memorias o planeaban fugas; este decidió volverse zapatero.
Madame Defarge: La mujer más rencorosa de la historia de la literatura. Si un aristócrata te arruinó la vida, puedes superarlo o puedes tejer el nombre de su descendencia en tu bufanda y asegurarte de que todos acaben en la guillotina. Adivina qué opción escogió ella.
Jarvis Lorry: El personaje comodín. Es un banquero inglés que siempre está presente, pero cuya mayor habilidad es decir cosas sensatas mientras los demás se desmoronan. Es el típico amigo que no se mete en problemas, pero que de alguna forma está en todos los líos.
El mensaje: revolución, justicia y cabezas volando
Dickens nos pinta la Revolución Francesa como un gran ajuste de cuentas donde la opresión de los aristócratas fue tan brutal que, cuando los campesinos tomaron el poder, se desquitaron con creces. No es solo una historia de buenos contra malos, sino de cómo la venganza puede convertirte en lo que juraste destruir (sí, Star Wars no inventó eso).
Por un lado, el libro nos dice que la aristocracia era un desastre: nobles arrogantes, indiferentes al sufrimiento del pueblo y con más tendencia a la decapitación que a la empatía. Pero, por otro, Dickens también nos advierte que una revolución sin límites acaba convertida en una máquina de matar donde nadie está a salvo, ni siquiera los que lucharon por la justicia.
Y en medio de todo esto, Sydney Carton nos da el mensaje final: el verdadero heroísmo no está en la sangre azul ni en la venganza, sino en el sacrificio por los demás. Y si puedes hacerlo dejando una frase épica antes de morir, mejor aún.
El final: un giro argumental de campeonato
Y llegamos a la parte cumbre de la novela. Cuando todo parece perdido y Darnay está a punto de convertirse en el plato fuerte de la guillotina, Sydney Carton decide tomar su lugar, aprovechando su increíble parecido físico. Así que se despide con una frase que es oro puro:
"Es un destino mucho mejor que el que jamás haya conocido, y un descanso mucho más grande del que jamás haya gozado."
Boom. Así se despide un personaje con clase. Y así Dickens nos regala un cierre que deja en shock a todo el mundo, con una mezcla de tristeza y asombro, porque Carton pasa de borracho fracasado a héroe inmortal en cuestión de páginas.
Conclusión: una obra que lo tiene todo
Historia de dos ciudades es una de esas novelas que, aunque tiene momentos de drama desbordado y personajes que parecen hechos para el teatro, sigue siendo una obra maestra. Dickens nos muestra lo mejor y lo peor de la humanidad con un estilo que mezcla lo épico con lo trágico, lo cómico con lo aterrador.
Si te gustan las historias donde las casualidades son absurdamente convenientes, los personajes tienen nombres memorables y hay más discursos dramáticos que en una película de Shakespeare, este libro es para ti. Y si no, al menos podrás aprender que nunca debes fiarte de una señora que teje demasiado, porque seguramente está planeando tu muerte.
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Historia de dos barrios
Londres y París siguen siendo dos ciudades muy distintas, pero en este siglo XXI la lucha ya no es entre aristócratas y revolucionarios, sino entre influencers y mileuristas.
Nuestro protagonista, Carlos "Charlie" Darnay, es un tipo bien vestido que se gana la vida vendiendo cursos online de "Cómo alcanzar la libertad financiera en 30 días". Tiene un perfil de Instagram donde sube fotos con mensajes como "Tu único límite eres tú mismo", mientras posa con un café caro en una terraza parisina.
Pero hay un problema: su apellido, "Darnay", esconde un secreto. Su familia es dueña de "La Guillotine Deluxe", una cadena de peluquerías de lujo que cobra 200 euros por un corte "artesanal". Y claro, los franceses están hartos. Cada vez que un influencer sube una foto con su nuevo look y el hashtag #LaRevoluciónDelEstilo, un grupo de mileuristas con sobrecarga laboral tuitea: "¡A la guillotina del desempleo!"
Mientras tanto, en Londres, el abogado Sydney Carton es exactamente lo contrario a Charlie: un freelance con más deudas que clientes. Pasa las noches revisando currículums y preguntándose si abrir un OnlyFans de consejos legales. Su vida es un desastre, pero tiene algo que Charlie no: carisma de perdedor encantador.
Y, por supuesto, está Lucía Manette, influencer de bienestar emocional, que cree en las energías positivas y en la importancia de manifestar tus deseos al universo. Lucía sube videos diciendo cosas como:
—Si lo crees, lo creas. La felicidad está dentro de ti.
Y la gente le responde:
—Lucía, ¿pagarás mi alquiler con esa energía positiva?
El conflicto estalla cuando Charlie viaja a París para "reconectar con sus raíces" y es secuestrado por un grupo de empleados hartos del "capitalismo espiritual". Al frente de la revuelta está Madame Defarge, una exactriz de TikTok que, tras ser cancelada por un comentario polémico, decidió vengarse del sistema con una organización clandestina llamada "Los Tejedores del Destino".
—¡Vamos a cortarle el WiFi! —grita Defarge, y la multitud aplaude.
Sydney Carton, que estaba de paso en París buscando trabajo como abogado de divorcios exprés, decide salvar a Charlie. Gracias a su asombroso parecido físico (y a que, con las luces bajas, todos los blancos con barba se parecen), logra intercambiarse por él.
Cuando Charlie regresa a Londres y ve la noticia de que un abogado inglés ha sido linchado por error, solo dice:
—En fin, cosas que pasan.
Y sube una historia en Instagram con la frase:
"Es un destino mucho mejor del que jamás haya conocido..."
Madame Defarge le da "like".
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