EL IDIOTA
EL IDIOTA
EL IDIOTA: EL PRÍNCIPE MÁS BIENINTENCIONADO Y DESASTROSO DE LA HISTORIA
Si alguna vez pensaste que la bondad pura era el camino hacia la felicidad y el éxito, Dostoievski llega con El idiota para reírse en tu cara y demostrarte lo contrario. Porque aquí tenemos a un protagonista que es más bueno que el pan, más puro que un copo de nieve virgen, más inocente que un cachorro de golden retriever… y a quien le va de la patada en cada maldita página.
Pero no nos adelantemos. Vamos a diseccionar esta novela como se merece: con amor, humor y un poco de desesperación, porque El idiota es un festín de dramas rusos, amoríos trágicos, intrigas sociales y decisiones absurdas.
LA TRAMA: UNA AVALANCHA DE DESGRACIAS BIEN INTENCIONADAS
La historia arranca con el príncipe Lev Nikoláievich Myshkin regresando a Rusia después de haber pasado años en Suiza, donde lo estaban tratando de una enfermedad nerviosa. O sea, el tipo vuelve a su país pensando: "Soy bueno, soy noble, quiero ayudar a la gente". Y claro, en la Rusia del siglo XIX, donde la gente se movía entre la hipocresía, el clasismo y las puñaladas traperas, este hombre es un bicho raro.
Desde que Myshkin pone un pie en San Petersburgo, todo el mundo lo mira como diciendo: "¿Y a este quién lo dejó salir sin supervisión?" Es que el muchacho es tan bueno, tan puro y tan sincero, que su existencia parece una broma en un mundo lleno de manipuladores y trepadores sociales.
EL DILEMA AMOROSO: O TE ENAMORAS MAL O NO TE ENAMORAS
Nuestro querido príncipe Myshkin, a pesar de ser un alma cándida, se ve atrapado en un triángulo amoroso digno de una telenovela venezolana:
1. Nastasya Filíppovna, una mujer bellísima, con un pasado turbulento, llena de traumas y que, por alguna razón, cree que Myshkin puede salvarla de su vida de escándalos y autodestrucción. Spoiler: No puede.
2. Aglaya Ivánovna, la otra mujer en cuestión, rica, inteligente y con un carácter digno de una reina de espadas. Le gusta Myshkin, pero al mismo tiempo no soporta lo bueno y comprensivo que es. Y eso le desespera. Mucho.
Ahora, si Myshkin tuviera dos neuronas prácticas, habría huido al ver que una de ellas es emocionalmente volátil y la otra es una paradoja viviente. Pero como es El idiota y no El hombre que toma buenas decisiones, elige intentar ayudar a todos. Y, evidentemente, lo único que consigue es un festival de tragedias.
LOS PERSONAJES: UNA GALERÍA DE CASOS PSIQUIÁTRICOS
PRÍNCIPE MYSHKIN: EL CORDERO EN UN MUNDO DE LOBOS
Myshkin es bueno, es generoso, es empático... pero también es un desastre ambulante. Su tendencia a decir la verdad en el momento menos oportuno lo convierte en una especie de bomba de relojería social. Imagina a alguien que entra en una reunión de negocios y dice: "¡Oigan, qué bueno que lograron este trato millonario! Pero ustedes en el fondo son unos desgraciados y viven en la falsedad". Eso es básicamente Myshkin en la alta sociedad rusa.
La gente no sabe qué hacer con él. Lo ven como a un santo, como a un loco, como a un tonto o como a una molestia. Y la realidad es que es todo eso a la vez.
NASTASYA FILÍPPOVNA: LA REINA DEL DRAMA
Si Myshkin es la pureza, Nastasya es el caos. Esta mujer está convencida de que no merece amor y que su destino es ser un escándalo con piernas. En algún momento Myshkin intenta casarse con ella para demostrarle que sí merece amor, pero ¿qué hace ella? HUYE con Rogozhin, un hombre que literalmente la quiere con una intensidad de psicópata en potencia. ¿Y qué pasa después? Pues tragedia rusa en su máxima expresión.
ROGOZHIN: "SI NO ERES MÍA, NO ERES DE NADIE"
Aquí tenemos al clásico tipo obsesionado que no sabe gestionar sus emociones. Rogozhin es rico, impulsivo y tiene más problemas emocionales que una novela entera de Dostoievski. Está completamente obsesionado con Nastasya y esto, por supuesto, no termina bien. (Alerta de spoiler: cuando un personaje en una novela rusa empieza a actuar como un lunático, lo más probable es que haya un asesinato en camino).
AGLAYA IVÁNOVNA: "ME GUSTAS, PERO ME SACAS DE QUICIO"
Aglaya es el equivalente literario de una persona que dice "no sé lo que quiero, pero lo quiero ya". Quiere a Myshkin, pero al mismo tiempo lo desprecia porque es demasiado bueno y poco ambicioso. Ella necesita a alguien que le dé guerra, que la rete… no a un tipo que quiere salvar el alma de todo el mundo. Así que su relación con él es un tira y afloja de proporciones épicas.
EL MENSAJE: ¿SER BUENO ES UN ERROR?
Dostoievski escribió esta novela con una idea en mente: mostrar qué pasaría si alguien completamente bueno y puro entrara en un mundo lleno de hipocresía y egoísmo. Y la respuesta es clara: le iría FATAL.
El mensaje parece ser que la bondad sin límites y sin estrategia es peligrosa. Myshkin quiere ayudar, pero no sabe poner límites, no entiende la malicia de la gente y al final termina peor que todos los demás. Dostoievski nos deja claro que la sociedad no está preparada para una persona así. Es triste, pero real.
CONCLUSIÓN: UNA NOVELA MARAVILLOSA… Y DEPRIMENTE
El idiota es una novela brillante, llena de personajes memorables, diálogos filosóficos y situaciones que te hacen querer entrar al libro y zarandear a más de uno. Pero también es desgarradora, porque ves a un protagonista que solo quiere hacer el bien, pero el mundo lo devora sin piedad.
Es un libro que te hace pensar, que te frustra, que te hace reír con la torpeza social de Myshkin y que al final te deja con un hueco en el corazón. Porque, a pesar de todo, queríamos que al idiota le fuera bien. Pero en la Rusia de Dostoievski, eso era un sueño imposible.
Así que si decides leerlo, prepárate para amar, odiar, desesperarte y, sobre todo, reflexionar sobre si ser bueno en exceso es realmente una virtud o una condena.
Y recuerda: si ves a alguien tan puro como Myshkin, no lo dejes solo en una sociedad de tiburones… porque lo despedazarán.
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EL IDIOTA 2.0: CRÓNICAS DE UN PRÍNCIPE EN EL SIGLO XXI
Lev Myshkin llegó a Madrid en un vuelo low cost, con una mochila, una chaqueta que no combinaba y una sonrisa que desentonaba con el gris del metro. Venía de una clínica en Suiza donde lo trataron por ataques de epilepsia y un exceso de bondad peligrosa. En su ingenuidad, pensó: "Nada puede salir mal".
Pero claro, salió TODO mal.
BIENVENIDO AL CIRCO
Su primer choque con la realidad fue cuando, en un vagón abarrotado, le cedió su asiento a un señor mayor, que resultó ser un influencer de 25 años con un abrigo de 800 euros.
—¡Qué buen chaval! —dijo el tipo, mientras hacía un directo en TikTok—. Amigos, este joven me ha dado su asiento. ¡La esperanza en la humanidad no está perdida!
Resultado: el video se hizo viral y a Myshkin lo empezaron a llamar "El príncipe buenazo".
EL TRIÁNGULO AMOROSO DEL INFIERNO
A través de unos conocidos, terminó en una fiesta pija donde conoció a Nasti y a Aglaya.
Nasti (alias Nastasya Filíppovna) era una modelo influencer, con una belleza de otro planeta y un drama que ni en las mejores novelas turcas. Se pasaba la vida haciendo reels llorando y diciendo que no merecía el amor.
Aglaya era la hija menor de un empresario millonario. Inteligente, irónica y con el superpoder de atraer el caos. Lo miró como quien observa un espécimen raro y dijo:
—¿Así que eres el famoso príncipe buenazo?
—Bueno, yo solo intento…
—Qué cansino.
Myshkin se sonrojó, sin saber que acababa de caer en la trampa mortal de la atracción imposible.
ROGOZHIN, EL CEO OBSESIVO
En la misma fiesta estaba Rogozhin, un empresario del mundo de la criptomoneda con la estabilidad emocional de un petardo en una fogata. Rico, impulsivo y tan obsesionado con Nasti que se pasaba el día stalkeándola en Instagram y bloqueándola cada dos por tres.
—Nasti es MÍA, ¿te enteras? —le dijo a Myshkin con los ojos inyectados en celos.
—Bueno, yo solo quería ayudarla…
—¡Qué pesado eres con la ayuda, tío! ¡Cállate!
TODO SE VA AL CARAJO
Entre indirectas de Aglaya, llantos de Nasti y amenazas de Rogozhin, Myshkin fue arrastrado a una espiral de desgracias. Intentó casarse con Nasti para salvarla, pero ella huyó con Rogozhin. Y, como en toda historia rusa, la cosa terminó fatal.
Para cuando Myshkin quiso reaccionar, estaba otra vez en Suiza, viendo documentales de patos y con la mirada perdida en el horizonte.
MORALEJA MODERNA
Si eres demasiado bueno en este mundo de redes sociales, egos inflados y mensajes de doble check azul, lo más probable es que acabes como Myshkin: confundido, solo y con un montón de notificaciones sin responder.
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