LA ILIADA

LA ILIADA


La Iliada: Donde los héroes lloran más que luchan, los dioses son adolescentes hormonales, y Homero se asegura de que nadie se salve del drama o los dioses deben estar locos.


Ah, la Iliada, ese poema épico que, a lo largo de los siglos, ha hecho que estudiantes alrededor del mundo se pregunten: "¿Por qué este tipo no pudo resumir todo en menos de 24 cantos?". ¿Qué es la Iliada, te preguntas? Pues básicamente una especie de reality show donde hombres musculosos y con nombres que parecen haber salido de un catálogo de aspiradoras luchan por una ciudad que ni siquiera a ellos les importa mucho, todo porque a alguien se le ocurrió secuestrar a una mujer que, francamente, parece tener una opinión menos que crucial en la trama.


Empecemos por Aquiles, el supuesto "héroe" de la obra. El chico estrella, el león invencible de los griegos, que en realidad es un berrinchudo nivel dios (literalmente). Lo primero que hace es enojarse porque Agamenón le quitó a su "trofeo de guerra", es decir, una esclava llamada Briseida. ¿Y qué hace nuestro gran Aquiles ante la injusticia? ¿Enfrenta la situación como el soldado valiente que es? No, no, no... ¡Se sienta a la orilla del mar a llorar! Llora tanto que su madre, Tetis, tiene que venir desde las profundidades del mar solo para consolarlo. A ver, Aquiles, ¿no te enseñaron que los guerreros no lloran? Ah, claro, que esa es su única carta de presentación: un tipo con complejo de mamá que cree que el mundo debería girar en torno a él.

Mientras Aquiles está llorando bajo el sol y componiendo su propio himno de auto-lástima, Agamenón se dedica a pelear contra todo el mundo excepto los troyanos. Aquí tenemos a un rey que, en lugar de liderar con sabiduría, gasta más tiempo robando cosas de sus propios soldados y diciendo cosas como: "¿Sabes qué? ¡Quiero esa chica también!". Si la mitología griega fuera una telenovela, Agamenón sería el villano que usa lentes oscuros y ríe maniáticamente cada vez que se sale con la suya. Y mientras tanto, ¿qué pasa con Menelao, el esposo de Helena, el hombre cuya esposa fue secuestrada y cuya "honra" es la excusa para toda esta guerra? Está por ahí, sin hacer mucho, probablemente preguntándose si este lío realmente valió la pena.

Helena... Helena, Helena, Helena. Ah, Helena, la "mujer más bella del mundo", cuyas acciones (o mejor dicho, la total ausencia de ellas) han causado uno de los conflictos más absurdos de la historia. Pobre Helena, atrapada en Troya, siendo cortejada por Paris, el "romántico incomprendido" que parece más interesado en el bronceado perfecto que en salvar su ciudad. No es que ella sea un modelo de valentía tampoco; en su mayoría se limita a lamentar su destino y dar largos discursos sobre su desdicha. Pero bueno, si tu rostro supuestamente hubiera lanzado mil naves, tal vez también te dedicarías a lamentar lo poco que puedes hacer para detener esta carnicería.

Ahora, hablemos del príncipe Paris, el tipo que lo inició todo. Paris es el típico tipo que en el colegio diría: "¡Oye, confía en mí, esto va a ser divertido!", antes de tirarte en un lío del que no podrás salir. Su gran contribución a la guerra de Troya fue... no pelear. Cuando finalmente decide enfrentarse a Menelao en un duelo de "hombre a hombre" para evitar más derramamiento de sangre, ¿qué pasa? En el último momento, ¡Afrodita interviene y lo saca de la pelea teletransportándolo a su habitación! ¡Bravo, Paris! ¿Tu mamá-diosa no te enseñó que las guerras se ganan con espada, no con escapismo mágico?

Ah, los dioses. Si crees que los mortales en la Iliada son inmaduros, prepárate para la pandilla olímpica. Los dioses no son más que una versión celestial de adolescentes peleándose en los pasillos de la escuela. Zeus es el "director de la escuela" que realmente no quiere hacer su trabajo, pero que al final tiene que intervenir porque, de alguna manera, todos arruinan las cosas. Hera y Atenea son básicamente las chicas populares que odian a los troyanos por razones que se reducen a "Paris no nos eligió en el concurso de belleza". Y Afrodita… bueno, ella está más interesada en asegurarse de que Paris se mantenga guapo y feliz con Helena que en resolver cualquier conflicto. Los dioses tienen el poder de hacer que todo termine en un abrir y cerrar de ojos, pero prefieren sentarse a mirar cómo los humanos se despedazan unos a otros, mientras lanzan hechizos al azar y hacen apuestas entre ellos.

Y no podemos olvidar el famoso "punto débil" de Aquiles. ¿De verdad, Homero? ¿Nos vendes a este tipo como invulnerable, pero resulta que su talón es lo único que puede matarlo? ¿Cómo pasaron por alto esa pequeña imperfección en el momento de sumergirlo en el río Estigia? Tetis, de verdad, tenías un trabajo. Pero claro, este tipo de detalle es el que le da ese toque trágico que tanto gusta a los poetas épicos: el hombre más fuerte del mundo, con un defecto ridículamente pequeño y que, sin embargo, lo condena.

En cuanto a la batalla, sí, hay muchos duelos heroicos. Hombres que se apuñalan unos a otros, se lanzan lanzas y se dedican a soltar monólogos antes de morir. Pero entre cada acto heroico, hay un poco demasiado de lo que podríamos llamar "el arte de llorar amargamente". Todos, absolutamente todos, lloran por algo. Si no están llorando porque su mejor amigo murió, están llorando porque les quitaron su botín o porque Zeus no les contesta los mensajes. Parece que los griegos y troyanos tienen tanto talento para el drama como para la guerra. Si Hollywood hiciera una adaptación fiel de la Iliada, probablemente sería una mezcla entre "300" y "The Real Housewives of Mycenae".

Finalmente, llegamos al gran clímax, el enfrentamiento entre Aquiles y Héctor, el único tipo que parece tener algo de sentido común en toda la epopeya. Héctor es el único personaje que realmente pelea por algo más allá de su propio ego; lucha por su familia, por su ciudad. Pero claro, en el mundo de Homero, ser bueno no te lleva muy lejos, y Héctor es brutalmente masacrado por el hombre-niño Aquiles, quien luego arrastra su cadáver alrededor de Troya como si fuera una bolsa de basura particularmente pesada. ¡Qué campeón!

Y así termina la Iliada, con un montón de héroes muertos, una ciudad al borde de la destrucción, y un mensaje claro: si eres suficientemente guapo o tienes un dios de tu lado, puedes hacer lo que te dé la gana. Homero nos ofrece un espectáculo de testosterona, lágrimas y drama digno de un culebrón griego. Y aunque es largo y a veces tedioso, hay algo en la absurdidad de todo el asunto que te hace seguir leyendo, preguntándote qué tontería harán después estos guerreros y sus dioses caprichosos.

Así que ahí lo tienes, la Iliada, la saga de un montón de niños grandes con espadas, llorando bajo el sol mientras los dioses se sientan en el Olimpo comiendo palomitas. ¿Épico? Sin duda. ¿Un poco ridículo? Absolutamente.




La Iliada: Edición del Siglo XXI 


La historia comienza cuando Paris, el influencer más famoso de Instagram, se enreda en un triángulo amoroso en una fiesta exclusiva. Todo el mundo había oído hablar de Helena, la influencer top de Troya, con millones de seguidores y una línea de productos de belleza patrocinados. Paris, con su ego del tamaño de Troya (y sus abdominales siempre listos para una selfie), decide que Helena tiene que ser suya.

Todo empezó con un reto de "¿quién es la más guapa del Olimpo?" que, obviamente, fue una excusa barata para que las diosas más vanidosas de los cielos—Hera, Atenea y Afrodita—se pelearan. Porque nada une tanto a la gente como un concurso de belleza desastroso, ¿verdad? Y, por supuesto, Paris, el genio con más followers, fue el juez elegido. ¿El premio? Un iPhone de oro y el derecho a presumir por la eternidad. Pero Paris, con la diplomacia de un caracol, le dio el premio a Afrodita porque le prometió la chica más guapa del mundo. Ya saben, el clásico: “elige mal y prepárate para el desastre”.

Y así, Paris hackea los DMs de Helena y se la lleva a Troya en su jet privado, lo que desata el mayor drama entre celebridades del momento. Menelao, esposo de Helena y CEO de "Esparta S.A.", enfurecido porque su esposa lo dejó por un chico más joven, llama a su hermano mayor, Agamenón, un magnate con complejos de Napoleón. ¿Qué hace Agamenón? ¡Convoca a todos sus amigos millonarios e influencers para montar un show épico, o sea, la guerra! Porque nada dice "te quiero" como asediar una ciudad durante diez años.

Entran en escena los "grandes héroes" griegos. Aquiles, el más famoso de todos, no es solo el mejor guerrero; también es un gurú del fitness con millones de seguidores en TikTok. Su lema: "Tienes el cuerpo de un dios si te lo curras... ¡y si no te atraviesan el talón con una flecha!" Pero claro, en medio del drama, Agamenón le quita su novia, Briseida, y Aquiles hace lo que haría cualquier adulto emocionalmente maduro en su situación: se encierra en su ático de lujo y hace unfollow a todo el mundo. No habrá batallas para él hasta que se disculpen... ¡o le devuelvan a Briseida!

Mientras tanto, Troya es una fiesta continua. Héctor, el hermano mayor de Paris y único tipo con un poco de sensatez, está harto de la cantidad de stories que su hermano postea en Instagram. "¿De verdad tenemos que gastar dinero en fiestas en plena guerra?", se queja Héctor, mientras carga su Tesla eléctrico para unirse al combate. Pero Paris sigue posando con Helena para los tabloides, ignorando que su ciudad está a punto de caer.

Cuando Patroclo, el BFF (o quizás algo más) de Aquiles, decide tomar prestada su armadura para impresionar a los griegos, las cosas se salen de control. Héctor lo mata en pleno Live de Instagram, y las redes explotan con memes de Aquiles, que finalmente sale de su retiro para vengarse. Su regreso es épico, con una entrada dramática, música de fondo y hashtags como #JusticiaParaPatroclo y #ElRegresoDelHéroe.

Aquiles y Héctor se enfrentan en la pelea más vista del año, transmitida en streaming en todas las plataformas. Cuando Aquiles gana, se asegura de que el mundo entero vea cómo arrastra el Tesla de Héctor por toda la ciudad. La batalla termina con millones de likes y comentarios, pero también deja a Troya al borde de la quiebra. Paris, en lugar de hacer algo útil, sigue publicando selfies con Helena, ignorando por completo el caos que ha causado.

Y así, la guerra de Troya se convierte en la última gran saga del mundo moderno: influencers vanidosos, CEOs con sed de poder y héroes obsesionados con su imagen pública. Y al final, lo que importa no es quién gana o pierde, sino cuántos seguidores ganan en el proceso.


¡Y ahí lo tienes! La Iliada como si estuviera protagonizada por influencers, CEOs y celebridades modernas, donde la guerra es solo otra forma de ganar fama en redes sociales.


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